Antonio Orihuela (Moguer, 1965), arqueólogo del presente y escritor a destiempo de la modernidad liberal, viene elaborando desde comienzos de los noventa un discurso crítico sobre la vida dañada y las resistencias cotidianas en las sociedades del capitalismo tardío. En todos sus libros, desde el ya lejano «La ciudad de las croquetas congeladas» hasta «El amor en los tiempos del despido libre», pasando por «Salirse de la fila», «Pelar cebolla» o este «Diles que dije no», late un mismo objetivo: cambiar el futuro.