Todo es rotación y traslación. Gira la luna y giran los lunáticos con ella, alrededor de una mesa, como si les fuese la vida en la cesta del pan y una jarra con agua fresca. Así de fácil debería ser todo, ser conscientes de los lugares minúsculos, donde el tiempo no se detiene.
Quiero imaginar que José Ángel Cilleruelo se pregunta, 365 veces, si llegará un día en el que dejaremos de oír el eje oxidado de la tierra y si a partir de ese momento, nuestro precario mundo girará alrededor del canto de un mirlo. Así estos poemas-pensamientos que nos salvan de la gravedad de caer.