<<Su poema me devolvió algo muy raro en la poesía de nuestros contemporáneos: la música del verso. Una música tradicional y muy nueva en la que lo antiguo se alía a lo insólito. No será poesía «nueva» (¿para qué?) sino una poesía viva. Esto de la vivacidad de su lenguaje -continua danza de sílabas al borde del despeñadero- me lleva al tema y al título del poema. A ratos, pensé en Quevedo. No. En Quevedo hay un rictus siempre, hay sarcasmo y humor. Nada más lejos de usted que la burla sañuda de Quevedo. Usted no se burla de los otros sino de sí mismo y se burla sin saña. Ni crueldad ni compasión. O mejor dicho: compasión por nuestro destino mortal; usted ha convertido la crueldad de nuestro destino en una pirueta heroica y así ha hecho vida de la muerte.>>
Octavio Paz
(de Fosa común, 1996).