Ortiz Tafur dibuja una orografía de paisajes perdidos y por perder (espléndidos, sí, pero también tiranos) que trascienden la nostalgia, celebrando con honestidad y lucidez poética las esquinas de nuestra memoria, aquellas que abrazan los tesoros embestidos por el tiempo, los golpes que nos dimos siendo niños y que hieren años después convirtiéndonos en noche.
Xenia García.