Paloma Corrales (Madrid, 1964).
Escribo por la niebla que concilia palabras a pesar, por la llaga y el fondo de un temblor desahuciado
premeditadamente –no hay ningún azar en esto, créanme– por evitar mi propia tortura que nada justifica,
con la precariedad del lenguaje y su música a ráfagas. Para no someterme. Y escribo por el vínculo de un
solo sacramento: libertad. Pero también porque la poesía.